Siempre me han llamado la atención las cosas mágicas y, sin duda, una de ellas es el kéfir. Sabía de sus múltiples beneficios y cualidades; de cómo se obraba el hechizo de poner unos «bichitos» dentro de la leche y que al cabo de unas horas ocurriera el milagro y se transformara en yogur, pero no en un yogur cualquiera, un yogur lleno de vida y cosas buenas para nuestro organismo.
Y es que mi querida amiga Inma, se ofreció a regalarme unos gránulos de kéfir de leche. Y me dije «¡ahora sí!». Por h o por b nunca se dió la oportunidad de llegar a tenerlo. Sé que se dona y se regala pero al final nunca me decidía a pedirlo.
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